Opinión: ¡Mamá, quiero ser interino!
19 de abril de 2010
Hubo un día en el que fui pequeño. Sí, años atrás fui lo que se puede decir un “renacuajo”. Me divertía jugando, haciendo trastadas y ruindades. A menudo jugaba con mi hermana y mis primos a la “escuelita” y me encantaba ser profesor. Siempre pensaba que quería ser maestro, hasta que un día llegué a la Facultad de Formación del Profesorado. Tres años más tarde, salí diplomado en Magisterio con la especialidad de Educación Infantil. Animado por una gran amiga, decidido prepararme las oposiciones para el Cuerpo de Maestros del Gobierno de Canarias. Hasta aquí la historia es real, pero desde esta línea es la historia de cualquier diplomado en magisterio que decida presentarse a unas oposiciones para la Consejería de Educación de Canarias y no tenga la grandísima suerte de conseguir plaza (esto ya es otra historia que si quieren, algún día les puedo contar).
Finalmente y después de las distintas pruebas, consigues aprobar. Para tu desgracia eres un recién llegado y, a pesar de sacar algo más de un 9, no consigues plaza. Te queda el consuelo de entrar en las listas, sí, al menos consigues penetrar en esa histórica lista. Pasa el verano y recapacitas:
“Estoy en las listas, pero soy el número 5.700”
En las siguientes oposiciones vuelves a aprobar, pero sigues sin conseguir plaza. Pero te conformas con subir en las listas un 30%. Tampoco te sirve de mucho, ahora eres el número 3.900. Tampoco te van a llamar. En lo más alto de la lista sigue una especie casi jurásica, no lo digo por sus edades, sino porque llevan ahí toda su vida. Y seguirán toda tu vida ahí, perpetuando la especie jurásica.
Hasta aquí la historia casi universal de los nuevos maestros y, a partir de aquí, una reflexión personal de esta realidad.
Desde mi experiencia (en oposiciones, en colegios públicos, etc.) creo que el juego sucio que se hace desde los sindicatos de educación repercute negativamente en la escuela. Se necesita una renovación de la enseñanza, basta ya de métodos obsoletos de enseñanza tradicional. Es necesario mejorar el sistema educativo y no seguir reproduciendo los errores del pasado. Estoy cansado de la manipulación perniciosa que hacen los sindicatos. No se puede engañar a la sociedad hablando de un ERE en Educación a través del DECRETAZO, porque el decretazo no implica despedir a nadie (los interinos no son funcionarios), sino renovar la plantilla para que todos, en IGUALDAD, tengan las mismas posibilidades.
De los interinos y sindicatos podemos sacar más historias (todas reales y algunas crueles), y alguna en la que yo estoy implicado (ni por interino ni por sindicalista ¡qué quede claro!).
De los interinos y sindicatos podemos sacar más historias (todas reales y algunas crueles), y alguna en la que yo estoy implicado (ni por interino ni por sindicalista ¡qué quede claro!).
Desde aquí hago pública mi entera oposición al sistema de concurso-opisición que desde hace unos años está vigente, ya que es un sistema que está especialmente diseñado para beneficiar a los interinos porque, aunque la Administración Educativa no lo reconozca, son un problema que quieren eliminar, eso sí, un problema histórico que va de camino en convertirse en algo cíclico (esto ya les gustaría a los sindicatos).
No se extrañen si cuando le pregunten a sus hijos:
¿Qué quieres ser de mayor?
Ellos les miren a los ojos, sonrían y les digan:
¡Mamá, quiero ser interino!
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